domingo, 20 de octubre de 2013

Autobiografía


Vocación, llamado… decadencia

Velando medito en ti, confió en ti, me miro… miro al pasado y veo el presente que me exige lo siguiente.
¡Hola! Me llamo Luis Carlos, desde que nací vivo en el centro de Xochimilco: es mi casa, mis papás son Elena y Luis , tengo una hermana que se llama Erika . Mi familia es unida y en ella me han enseñado el amor, el respeto, la libertad.

Mi carácter es una mezcla de las dos familias. Familia Mendoza: ellos son muy unidos, a veces son muy individualistas, con ellos convivo más tiempo, por tanto son mi familia más cercana. En general son muy fiesteros, cuando se trata de tradiciones, por  ellos tengo gran religiosidad popular y si no, por lo menos, tengo lo “huele-moles”. Padre: de él heredé el ayudar a los demás, estar al servicio de otros sin importar que me recompensen o no, por él he aprendí a no sobrevalorar lo material.        

Familia Cruz: con esta familia convivo muy escasamente por la distancia. Este lado familiar es extraño son unidos en los problemas y distantes en la convivencia. Por mi abuelita y primas desde pequeño participo en los rosarios y Oficios Divinos de Semana Santa, por ellas y mi mamá me llegó el gusto desde pequeño por las cosas divinas. Una vez se murió un pato, mi mascota, y le hice Rosario. Madre: por ella todo lo que veo tengo ganas de comprarlo, tengo carácter alegre, casi ofensivo para algunos, cuando ofendo a alguien (o se enojan con migo) me siento mal y pido disculpas, también, a veces, me hago “el digno”.

Mi complexión es la del tronco de un árbol grande y  alto, mi piel es color café con leche; mis ojos abiertos, color tierra; mi nariz un monte chato no muy grande y bien proporcionado. Desde pequeño soy tranquilo y alegre, en ocasiones me gusta la soledad para callar. A veces hablo y hablo y nadie lo puede evitar.
Vocación

Desde niño me llama la atención las cosas de Dios, no me había dado cuenta, todo comenzó en el 2009 en ese año conocí la historia del Seráfico Padre Francisco, en la historia donde habla con el hermano lobo y logra la paz entre el animal y todo un pueblo, a partir de entonces casi todas las noches le pedí a Dios que me llevara al seminario, que no me importaba dejar a mi familia con tal de conocer a  San Francisco y ser sacerdote o fraile.


La llamada

La oración dio fruto el 4 de febrero de 2010, víspera de San Felipe de Jesús, protomártir mexicano y patrono de la juventud mexicana, ese día llovía como prediciendo a los terciarios que alguien llegaría a revitalizar esa tierra fértil con rasgos de sequía.

La perseverancia ayuda y es base de cualquier vocación el día 4 de octubre del 2010 ingresé al noviciado de mi querida Orden Penitente, actualmente tengo dos años en la fraternidad, uno en formación inicial y uno en noviciado, reconozco que por mi edad no puedo profesar aún pero si Dios lo permite llegará ese feliz día dentro de dos años.

A los pocos días de ingresar en la Orden Franciscana Seglar llegaron a la puerta de mi casa un grupo de misioneros jóvenes que invitaban a asistir al rosario en la Iglesia de mi barrio. Con los misioneros empezó mi vida espiritual fuerte, con ellos me instruí más que en la Orden Tercera, con ellos conocí a mi gran amigo Víctor  Reyes, MSP. Su ejemplo de vida hizo que a sus 17 años se convirtiera en la persona, que más admiro.
Decadencia…

Vivir un camino espiritual no es cosa fácil: hay que dedicar cada momento en vivir lo que  anuncias de palabra, ser congruente; en fin, este párrafo esta dedicado a la decadencia. A los pocos días de haber ingresado al noviciado empezó un periodo al que  los católicos llamamos “sequedad espiritual”, fue un periodo de grandes dudas sobre la existencia de Dios, la veracidad de lo que hacia, la confianza en las enseñanzas de la Iglesia, etc. Dicen que lo que no te mata te fortalece y es cierto, en este tiempo de reflexión  ahondé mi relación con Dios y conocimientos de la Iglesia.

De este periodo de sequedad agradezco a aquellos que me fortalecieron: Víctor, Diego, Chano, Luis, Claudio, Irma, Chave, Lucy, todos ellos misioneros.

Esta etapa de la vida espiritual fue tormentosa, me sentía amargado, mas bien triste; conocí lo que es estar solo, Dios en ese momento se convirtió en amigo lejano al que esperaba para platicar, reír, plantear mis dudas, contar mis sueños, en fin, con el quien quería estar.


Como pozo en el desierto

A pesar del vacío existencial que experimenté, Dios siempre estuvo cercano. Cierto día visité al Santísimo para platicar con él  y pedirle que me dejara sentir su presencia, ese día le llevé una flor que sembré, después de platicar un rato sentí paz como nunca la había experimentado, la oración se convirtió en dialogo pues al preguntar obtuve respuestas, mi suplica para poder sentirlo fue escuchada  y cuando me retiré las piernas me temblaban.

Experiencias de Dios he tenido bastantes, por ejemplo muchas veces al despertar la primera imagen que veo es la Custodia con el Santísimo expuesto, platicas que me han confortado espiritual y corporalmente, algunos retiros y  emoción al recibir la Sagrada Eucaristía. Sin embargo ninguna experiencia se ha quedado grabada tanto en mi memoria como la que experimenté un domingo en misa de jóvenes (8 pm.). Esta la transcribiré de mi diario espiritual porque se percibe, en esencia, más fresca.

Domingo 14 de agosto del 2011

Mi corazón iba dispuesto a ser domado por aquel que me da todo y que es autor de mi vida. Empiezan a cantar el “Santo”, unos cantan una melodía y otros otra (me pregunto si así se oirán los coros de ángeles y santos en el cielo). Pero… todo esto no importa comparado con lo que sucedió después.

Cuando íbamos a comulgar el padre Jacobo nos dejó pasar a tomar nosotros el cuerpo y la sangre de Cristo en el altar, yo pasé con Fer y Cris (por cierto era el primero de la fila), cuando pasé me arrodillé frente a las formas consagradas, hasta ahí nada importante (creo), cuando acerqué mi mano al copón  con las Hostias un temor se apoderó de mi cuerpo y al tomar la Hostia toda la fuerza se fue de mi mano.

Una Hostia tan pequeña es capaz de hacer temblar mi cuerpo, de dejarlo casi sin fuerzas; luego de tomar la Hostia la sumerjo en el vino, o al menos eso creo, sentí que dejaba caer la Hostia dentro del Cáliz, mas Dios no quiso que fuera así, la consumí y me alejé del lugar sagrado temblando, me arrodillé y mi llanto fue inconsolable…

Muchas veces me dicen: “mienten al decir que en la Hostia está Dios”, yo les puedo decir a todos ellos, con gran seguridad, que realmente él está presente. A pesar de mis limitaciones y flaquezas nunca dejaré de seguir al Buen Dios, nunca a pesar de que muchos digan que no existe.

(Ensayo de autobiografía)

(versión: 22 de febrero de 2012)

Mendoza Cruz Luis Carlos, todos los derechos reservados.
20 de octubre de 2013
      

Práctica de Campo a Tequisquiapan, Peña de Bernal, Cadereyta y Ezequiel Montes. Querétaro.

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