Vocación, llamado… decadencia
Velando medito en ti, confió en
ti, me miro… miro al pasado y veo el presente que me exige lo siguiente.
¡Hola! Me llamo
Luis Carlos, desde que nací vivo en el centro de Xochimilco: es mi casa, mis
papás son Elena y Luis , tengo una hermana que se llama Erika . Mi
familia es unida y en ella me han enseñado el amor, el respeto, la libertad.
Mi carácter es
una mezcla de las dos familias. Familia Mendoza: ellos son muy unidos, a veces
son muy individualistas, con ellos convivo más tiempo, por tanto son mi familia
más cercana. En general son muy fiesteros, cuando se trata de tradiciones,
por ellos tengo gran religiosidad
popular y si no, por lo menos, tengo lo “huele-moles”. Padre: de él heredé el
ayudar a los demás, estar al servicio de otros sin importar que me recompensen
o no, por él he aprendí a no sobrevalorar lo material.
Familia Cruz:
con esta familia convivo muy escasamente por la distancia. Este lado familiar
es extraño son unidos en los problemas y distantes en la convivencia. Por mi
abuelita y primas desde pequeño participo en los rosarios y Oficios Divinos de
Semana Santa, por ellas y mi mamá me llegó el gusto desde pequeño por las cosas
divinas. Una vez se murió un pato, mi mascota, y le hice Rosario. Madre: por
ella todo lo que veo tengo ganas de comprarlo, tengo carácter alegre, casi
ofensivo para algunos, cuando ofendo a alguien (o se enojan con migo) me siento
mal y pido disculpas, también, a veces, me hago “el digno”.
Mi complexión
es la del tronco de un árbol grande y alto, mi piel es color café con leche; mis
ojos abiertos, color tierra; mi nariz un monte chato no muy grande y bien
proporcionado. Desde pequeño soy tranquilo y alegre, en ocasiones me gusta la
soledad para callar. A veces hablo y hablo y nadie lo puede evitar.
Vocación
Desde niño me
llama la atención las cosas de Dios, no me había dado cuenta, todo comenzó en
el 2009 en ese año conocí la historia del Seráfico Padre Francisco, en la
historia donde habla con el hermano lobo y logra la paz entre el animal y todo
un pueblo, a partir de entonces casi todas las noches le pedí a Dios que me
llevara al seminario, que no me importaba dejar a mi familia con tal de conocer
a San Francisco y ser sacerdote o fraile.
La
llamada
La oración dio
fruto el 4 de febrero de 2010,
víspera de San Felipe de Jesús, protomártir mexicano y patrono de la juventud
mexicana, ese día llovía como prediciendo a los terciarios que alguien llegaría
a revitalizar esa tierra fértil con rasgos de sequía.
La
perseverancia ayuda y es base de cualquier vocación el día 4 de octubre del
2010 ingresé al noviciado de mi querida Orden Penitente, actualmente tengo dos
años en la fraternidad, uno en formación inicial y uno en noviciado, reconozco
que por mi edad no puedo profesar aún pero si Dios lo permite llegará ese feliz
día dentro de dos años.
A los pocos
días de ingresar en la Orden Franciscana Seglar llegaron a la puerta de mi casa
un grupo de misioneros jóvenes que invitaban a asistir al rosario en la Iglesia
de mi barrio. Con los misioneros empezó mi vida espiritual fuerte, con ellos me
instruí más que en la Orden Tercera, con ellos conocí a mi gran amigo Víctor Reyes, MSP. Su ejemplo de vida hizo que a sus 17 años se
convirtiera en la persona, que más admiro.
Decadencia…
Vivir un
camino espiritual no es cosa fácil: hay que dedicar cada momento en vivir lo
que anuncias de palabra, ser congruente;
en fin, este párrafo esta dedicado a la decadencia. A los pocos días de haber
ingresado al noviciado empezó un periodo al que
los católicos llamamos “sequedad espiritual”, fue un periodo de grandes
dudas sobre la existencia de Dios, la veracidad de lo que hacia, la confianza
en las enseñanzas de la Iglesia, etc. Dicen que lo que no te mata te fortalece
y es cierto, en este tiempo de reflexión
ahondé mi relación con Dios y conocimientos de la Iglesia.
De este
periodo de sequedad agradezco a aquellos que me fortalecieron: Víctor, Diego,
Chano, Luis, Claudio, Irma, Chave, Lucy, todos ellos misioneros.
Esta etapa de
la vida espiritual fue tormentosa, me sentía amargado, mas bien triste; conocí
lo que es estar solo, Dios en ese momento se convirtió en amigo lejano al que
esperaba para platicar, reír, plantear mis dudas, contar mis sueños, en fin,
con el quien quería estar.
Como
pozo en el desierto
A pesar del
vacío existencial que experimenté, Dios siempre estuvo cercano. Cierto día visité
al Santísimo para platicar con él y
pedirle que me dejara sentir su presencia, ese día le llevé una flor que sembré,
después de platicar un rato sentí paz como nunca la había experimentado, la
oración se convirtió en dialogo pues al preguntar obtuve respuestas, mi suplica
para poder sentirlo fue escuchada y
cuando me retiré las piernas me temblaban.
Experiencias
de Dios he tenido bastantes, por ejemplo muchas veces al despertar la primera
imagen que veo es la Custodia con el Santísimo expuesto, platicas que me han
confortado espiritual y corporalmente, algunos retiros y emoción al recibir la Sagrada Eucaristía. Sin embargo
ninguna experiencia se ha quedado grabada tanto en mi memoria como la que
experimenté un domingo en misa de jóvenes (8 pm.). Esta la transcribiré de mi
diario espiritual porque se percibe, en esencia, más fresca.
Domingo 14 de agosto del 2011
Mi corazón iba
dispuesto a ser domado por aquel que me da todo y que es autor de mi vida.
Empiezan a cantar el “Santo”, unos cantan una melodía y otros otra (me pregunto
si así se oirán los coros de ángeles y santos en el cielo). Pero… todo esto no
importa comparado con lo que sucedió después.
Cuando íbamos a comulgar el padre Jacobo nos dejó pasar a tomar nosotros
el cuerpo y la sangre de Cristo en el altar, yo pasé con Fer y Cris (por cierto
era el primero de la fila), cuando pasé me arrodillé frente a las formas
consagradas, hasta ahí nada importante (creo), cuando acerqué mi mano al
copón con las Hostias un temor se
apoderó de mi cuerpo y al tomar la Hostia toda la fuerza se fue de mi mano.
Una Hostia tan pequeña es capaz de hacer temblar mi cuerpo, de dejarlo
casi sin fuerzas; luego de tomar la Hostia la sumerjo en el vino, o al menos
eso creo, sentí que dejaba caer la Hostia dentro del Cáliz, mas Dios no quiso
que fuera así, la consumí y me alejé del lugar sagrado temblando, me arrodillé
y mi llanto fue inconsolable…
Muchas veces
me dicen: “mienten al decir que en la Hostia está Dios”, yo les puedo decir a
todos ellos, con gran seguridad, que realmente él está presente. A pesar de mis limitaciones y flaquezas nunca
dejaré de seguir al Buen Dios, nunca a pesar de que muchos digan que no existe.
(Ensayo de autobiografía)
(versión: 22 de febrero de 2012)
Mendoza Cruz Luis Carlos, todos los derechos reservados.
20 de octubre de 2013
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